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El camarote de los hermanos Marx

Es innegable que el destino de una empresa depende de su equipo directivo.

He conocido CEOs increíbles y equipos ejecutivos envidiables. También propietarios que han sabido cambiar su rol y gestionar hábilmente el patrimonio de la empresa para convertirla en un gran multinacional en pocos años.

He visto cómo generaban millones de ebitda en a un abrir y cerrar de ojos, su habilidad para descubrir oportunidades imposibles y cerrar las operaciones sin pestañear. Personas estratégicas que dominan el mercado y el negocio, personas que te inspiran y te recuerdan inevitablemente lo mucho que tienes por aprender.

Sin embargo, ese tipo de personas son la excepción. La inmensa mayoría de equipos directivos son mediocres. Mediocres por muchos motivos, por falta de habilidad, de capacidad, de conocimiento, de perspicacia o por lo que sea, pero mediocres al fin y al cabo.

Cada vez que me enfrento a uno de estos equipos mediocres me hago las mismas preguntas:

¿De verdad que el destino de tantas personas y sus familias está en manos de esta gente?

¿Cómo es posible que esta empresa haya llegado hasta aquí con este equipo directivo?

¿Cómo pueden estar tomando decisiones de tal calibre sin tener datos?

¿Quién ha puesto a esta persona en este puesto de tanta responsabilidad?

¿Cómo pueden estar debatiendo cuestiones de un nivel tan bajo cuando el negocio se les va al carajo?

¿Cómo es posible que ni siquiera celebren reuniones de comité de dirección para analizar la situación del negocio?

Sin querer ofender a nadie las escenas que me encuentro cuando empiezo a trabajar con estos equipos se parecen a la escena del camarote de lo hermanos Max, de ahí la imagen que he seleccionado para el artículo.

Me encuentro con (y ahora generalizo) los dinosaurios que llevan toda la vida en la empresa y que no puedes despedir porque te cuesta un dineral, tenemos a los recién llegados al equipo directivo que dicen ‘si bwana’ a todo lo que dice la CEO, tenemos a los que sólo hablan de su libro, de los problemas de su departamento al que defienden hasta la muerte como si fueran de una empresa diferente, tenemos también a los que les encanta crear tablas de excel y sus ‘dashboards’ de Power BI para analizar lo que no hay que analizar (y cuidado que ahora vendrán con la inteligencia artificial…). También encontramos a los que, por el contrario, toman decisiones por intuición porque a ellos los datos no les van a enseñar nada (quizá no saben cómo se consiguen…). Y por último tenemos a los que nunca dicen nada, no vaya a ser que les caiga más trabajo del que ya tienen.

Pues eso, el camarote de los hermanos Marx.

Bromas aparte, tener un equipo directivo mediocre, desalineado, que no comprende el negocio, que no sabe interpretar los datos, que no funciona como un equipo unido y solidario, es el culpable número uno de todos los problemas de la empresa, ni más ni menos.

La buena noticia es que, en su mayoría son re-conducibles. Hay maneras de hacer que esos equipos se centren en lo importante, que se dejen de las tonterías que hacen perder tiempo de todos y ejecuten de manera implacable, que den ejemplo a toda la organización y tomen las decisiones correctas.

Y aquí no estamos hablando de cursos de liderazgo y talleres de buenismo que sacan tu potencial humano. Estamos hablando de algo muy sencillo que es comprender el negocio.

Parecerá banal, pero no lo es. Haz la prueba, pregunta a los miembros de tu equipo directivo, ahora aún estamos a marzo, cuáles son los 3 objetivos más importantes del negocio y qué indicadores los miden. Te sorprenderá la diversidad de respuestas, el titubeo y la falta de claridad…

Y esto es muy grave porque no saben transmitir a sus equipos lo que es verdaderamente importante y lo que no lo es.

En los años que he trabajado en consultoría y ahora como desarrollador de equipos directivos, para mi la mejor herramienta y sistema de gestión que permite mejorar equipos directivos se llama OKR (Objectives and Key Results), y no se trata de un sistema de despliegue de objetivos, sino de un lenguaje de negocio que tracciona toda una transformación de negocio, empezando por el equipo de dirección.

Mi consejo es que si quieres que tu equipo de dirección deje de parecerse los hermanos Marx y consiga resultados extraordinarios, pásate a la gestión con OKR. Lo agradecerás como CEO y tus trabajadores también.

Crédito Foto: RTVE

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