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Tenemos un problema, estamos a falta de hambre

Seguro que conoces a alguien que se hizo a sí misma y terminó creando una empresa de éxito o incluso una gran multinacional.

Todos conocemos los éxitosos casos de Amancio Ortega con Zara, Juan Roig de Mercadona o Francisco Riberas padre con Gonvarri en el ámbito nacional. Quién no conoce a Jeff Bezos, Steve Jobs, Elon Musk o Jack Ma, personas que han revolucionado el mundo empresarial y social en apenas dos décadas.

Todos ellos empezaron prácticamente de la nada, unos en un garaje, otros en una chatarrería, otros durmiendo en una oficina o cosiendo telas en un sótano, pero todos tenían algo en común, el hambre.

Distingo dos tipos de hambre. El hambre genuino de tener que alimentarse y el hambre por comerse el mundo.

Siempre habrá personas que desgraciadamente se encuentren en una situación precaria que no les permita siquiera optar a estudiar o crear una empresa, personas con hambre a quien hay que ayudar.

Pero me quiero centrar en el otro tipo de hambre, el hambre de comerse el mundo porque desgraciadamente escasea de manera preocupante.

Vivimos en una sociedad donde tenemos de todo, vivimos en la opulencia, nos movemos bajo el paraguas de las leyes que resuelven los problemas con subvenciones y programas de ayuda a ‘tutiplen’. Prestación por aquí, subvención por allá…

Una sociedad adicta a la gratificación instantánea que presenta un cuadro evidente de sobredosis en dopamina por redes sociales como Instagram, Facebook, Tik Tok y las nuevas que llegarán. Una adicción que castiga sin piedad nuestra identidad como seres humanos.

Una sociedad que atesora unas sonrojantes tasas de fracaso escolar que indican que los jóvenes no quieren trabajar en las empresa ‘viejas’. Unos jóvenes dormidos, sin objetivos claros, que se sienten desamparados por la sociedad, unos jóvenes incomprendidos, a los que les falta hambre.

La vida no recompensa la mediocridad.

Pero la vida está llena de trampas que te arrastran hacia esa mediocridad. Así está creado el sistema, para que dependas de él. Un sistema que necesita que vivas arruinado y que no seas capaz de actuar. Y ahí radica el problema.

Necesitamos gente que tenga hambre para actuar, para ponerse en marcha, para romper las reglas, para salir a ganar. Personas con ambición y personas maduras que busquen la recompensa a medio-largo plazo sustentada a base de esfuerzo y constancia.

Creo que el reto que tenemos como sociedad es el de enseñar a las personas a auto-generarse hambre en un mundo donde lo tenemos todo.

Sin ser ejemplo de nada, esa ha sido mi filosofía personal y por ahora me ha ido bien.

Crédito: Foto de Cory Thorkelson en Unsplash

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