Jaque mate
La pérdida de mi padre en 2018 fue muy dura, no sólo por lo que supone perder a tu padre, sino por la velocidad. Un cáncer se lo llevó en apenas 3 semanas.
Dicen que cuando mueres debes estar contento porque las personas que dejas podrán disfrutar de todo lo que creaste en vida, de las conversaciones que tuviste, de las decisiones que tomaste, de los regalos que les hiciste, etc.
Mi padre nos dejó muchas cosas buenas, era una bellísima persona, generosa y educada que evitaba los enfrentamientos directos.
Pero por encima de todo era empresario. El trabajo era su pasión, llevaba el gen de los empresarios de mi abuelo y mi bisabuelo, todos ellos empresarios audaces.
Aunque el mundo de los negocios ha cambiado mucho en las últimas décadas creo que hay algo que nunca cambiará a la hora de dirigir una empresa (y en la vida) y es la #actitud, las ganas de pelear, de buscar soluciones a problemas difíciles, a no dejarte llevar por el corto plazo, a levantarte cuando has fracasado, a cuidar a tus trabajadores y a la postre a hacer el bien a la sociedad.
Mi padre era exactamente así y curiosamente lo demostraba jugando al ajedrez. El pensaba que jugar al ajedrez, no sólo le mantenía activo mentalmente, sino que le obligaba a buscar soluciones para ganar a su oponente, y que eso le permitía dirigir mejor sus empresas. Era su filosofía.
No sé cuántas partidas pudo jugar, pero se pueden contar por millones. Cuando en los años 80-90 aparecieron los primeros ajedreces donde podías jugar contra un ordenador, mi padre se volvió literalmente loco 😉 y entonces aumentó el número de partidas exponencialmente. Cuando estaba en casa, cada rato que podía estaba delante del ordenador jugando.
Pero curiosamente siempre tenía a mano el bonito tablero de madera que le acompañaba desde su adolescencia, tablero que le servía como laboratorio, como zona de simulación para construir los movimientos siguientes para intentar derrotar al ‘ordenador’.
Esa combinación digital-físico le hacía sin duda más fuerte. Tocar las piezas, moverlas de un lado a otro, girar el tablero para cambiar la perspectiva del oponente era algo muy importante para él.
¿No veis una similitud con el mundo empresarial?
Yo sí, y mi padre también.
Todos los días se celebran millones de partidas de ajedrez en las que se enfrentan CEOs contra el mundo, partidas que hay que ganar, para dar jaque mate a los retos y los problemas a los que se enfrentan.
Mi padre murió un 19 de marzo, un día del padre, y ahora que se acerca la fecha, va este homenaje para él, para el mejor ajedrecista-empresario.
Va por ti Aita.
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