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El coste de la Incertidumbre

Estamos a mediados de febrero agarrándonos a la ilusión que construimos en el cambio de año y con la realidad delante de nuestros ojos. Para algunos una realidad maravillosa pero para la mayoría una realidad inquietante, llena de incertidumbre de magnitud igual o mayor a la que teníamos el año pasado.

La realidad es lo que es, la pura realidad. Quien no cambia nada tiene los mismos resultados y quien cambia cosas se encuentra ante disyuntivas, dudas y miedos a tomar decisiones que podrían ser las correctas.

Nuestro cerebro ha sido diseñado para evitar los cambios, para hacer siempre lo mismo y tiene un mecanismo de auto-defensa maravilloso llamado miedo.

El miedo no existe, es un constructo de ahorro de energía mental, un dispositivo que sabotea nuestras emociones porque entiende que cambiar algo supondrá reflexionar en exceso, consumir energía y cansarse. Nuestro cerebro es vago por naturaleza.

El problema es que vivimos en un mundo que ya no cambia de manera lineal sino exponencial. Lo que antes duraba diez años ahora dura un año y esto genera gran ansiedad y frustración a nivel personal y también profesional.

Las empresas sufren mucho por culpa de esta velocidad de cambio y en primera instancia sus dirigentes, CEOs y socios que, a su vez, no son capaces de contener esa ansiedad y la transmiten por todos los rincones de su organización.

Ante este problema la solución parece obvia, cambiar al ritmo al que cambia el mundo pero esto no se está produciendo. No se trata de cambiar los directivos, de comprar nuevos sistemas, de reorganizar la empresa, de formar a la gente.

Pero lo peor es tomar esas decisiones desde lo que sabemos. No se puede dirigir desde el retrovisor, desde el pasado porque la carretera tiene muchas curvas y debes mirar hacia delante.

LA CAPACIDAD DE ABRAZAR LA INCERTIDUMBRE

Lo que marca la diferencia entre las empresas líderes y las mediocres es la capacidad de abrazar la incertidumbre, de adentrarse en un túnel oscuro donde no sabemos muy bien qué ocurrirá, de contratar servicios de personas que saben más que tú a pesar de no comprender bien lo que ofrecen, de contratar personas con perfiles que no habías visto nunca antes.

En definitiva, de adoptar el método científico en la gestión, porque justamente los científicos son los maestros de la incertidumbre, porque tienen un método basado en las hipótesis, ensayos, medición y decisión que lleva funcionando desde que la ciencia es ciencia. Y por tanto, contra la incertidumbre, experimentación.

Hoy es mucho más relevante lo que no sabemos que lo que sabemos. No podemos sentirnos expertos en nada porque cualquier conocimiento que obtenemos es efímero.

Hoy en día si queremos aumentar el EBITDA de nuestra empresa no tenemos más remedio que cambiar con mayor frecuencia, a probar, a experimentar y sobre todo a aprender por el camino, sin miedo.

Sabotea a tu cerebro y abraza la incertidumbre. El coste es mucho menor que no hacer nada.

Foto Unsplash: https://unsplash.com/es/fotos/Hfg3xK7KDDk?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditShareLink

Autor: Daniel Jensen

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